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Joan F. Mira | El Temps, núm. 1520 | 30/07/2013   Imprimir

Las Casas: l’horror, 2

Continuem la mostra, i tornem de moment a La Española: “Aquí llegó una vez el gobernador que gobernaba esta isla con sesenta de caballo y más trecientos peones... y llegáronse más de trecientos señores a su llamada, seguros, de los cuales hizo meter dentro de una casa de paja muy grande los más señores por engaño, y les mandó poner fuego y los quemaron vivos...” En la mateixa illa, “El quinto reino se llamaba Higüey”, i allà penjaren la reina, “y fueron infinitas las gentes que yo vide quemar vivas y despedazar y atormentar por diversas y nuevas maneras de muertes y tormentos y hacer esclavos todos los que a vida tomaron.” Fra Bartolomé ho va veure en persona, i coneix molts altres horrors per informes directes de frares i bisbes: ell no s’inventa res, o molt poc. Com quan recorda el sistema d’“encomienda”, és a dir treball forçat o esclavitud massiva a canvi, en teoria, de bateig i doctrina cristiana, i el resultat:  “Murieron ellos en las minas de trabajo y hambre, y ellas en las estancias o granjas de lo mesmo, y así se acabaron tantas y tales multitúdines de gentes de aquella isla, y así se pudiera haber acabado todas las del mundo.” A les illes, i a tot arreu: “Débese de notar otra regla en esto: que en todas las partes de las Indias donde han ido y pasado cristianos siempre hicieron en los indios todas las crueldades susodichas y matanzas y tiranías y opresiones abominables en aquellas inocentes gentes, y añadían muchas más y mayores y más nuevas maneras de tormentos...” L’horror, per tant, no era l’excepció, era la norma. Amb un gran esperit legalista, això sí, i carregats de raó monstruosa: com que, per propi decret, la terra “descoberta” era dels conquistadors, qualsevol resistència era una rebel·lió. Fins i tot si els “rebels” no ho podien saber ni ho sospitaven. Per això hi havia el “Requerimiento”: arribava la tropa prop d’una població, de nit, quan tots dormien, i a una certa distància, on ningú no els sentia, els nobles soldats llegien el paper oficial:  “Caciques e indios desta tierra firme de tal pueblo, hacemos os saber que hay un Dios y un papa y un rey de Castilla que es señor de estas tierras: venid luego a le dar obediencia, etc. Y si no, sabed que os haremos guerra y mataremos y cativaremos, etc. Y al cuarto del alba, estando los inocentes durmiendo con sus mujeres e hijos, daban en el pueblo poniendo fuego a las casas, que comunmente eran de paja, y quemaban vivos los niños y mujeres y muchos de los demás antes de que acordasen. Mataban los que querían, y los que tomaban a vida mataban a tormentos porque dijesen de otros pueblos de oro o de más oro de lo que allí hallaban, y los que restaban herrábanlos por esclavos.”

Va ser un llarga història de mort i d’extermini, d’extrem a extrem, sense recança ni dubtes, torturant i matant cada dia. Com a Nicaragua, on el governador “Enviaba 50 de caballo y hacía alancear toda una provincia mayor que el condado de Rusellón, que no dejaba hombre ni mujer ni viejo ni niño a vida por muy liviana cosa...” I on els que no eren morts per l’espasa, la llança o el foc, podien caure després rebentats com a bèsties de càrrega: “Y acaeció vez de muchas que esto hizo que de cuatro mil indios no volvieron seis vivos a sus casas, que todos los dejaban muertos por el camino. Y cuando algunos cansaban y se despeaban de las grandes cargas y enfermaban de hambre y trabajo y flaqueza, por no desensartarlos de las cadenas les cortaban por la collera la cabeza y caía la cabeza a un cabo y el cuerpo a otro...” Així anaven les coses en la terra ferma, i a la Nueva España, en dotze anys, “son tantos y tales los estragos y crueldades, matanzas y destruiciones, despoblaciones, robos, violencias y tiranías, y en tantos y tales reinos de la gran tierra firme, que todas las cosas que hemos dicho son nada en comparación de las que se hicieron...” Durant “lo que ellos llaman conquistas” han mort “cuatro cuentos de ánimas”. El bisbe Las Casas no s’equivocava: “ells” en deien conquista, i era només crueltat, matança i destrucció. Cinc segles després, a Espanya en deien “encontre de pobles” o de cultures, i ho celebraven amb grans festes, alta velocitat, exposicions ruïnoses i l’entusiasme del govern socialista. No van llegir el llibre de Las Casas, ni el seu lament final: “Y por compasión que he de mi patria, que es Castilla, no la destruya Dios por tan grandes pecados contra su fe y honra cometidos en los prójimos...” Amén.

 

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